viernes, 10 de diciembre de 2010

El problema es...

El problema es que solo hay problemas y no soluciones. Que cuando te hablo y veo tus ojos, no puedo concentrarme y termino rindiéndome.

El problema es, que solo te lo puedo decir todo por escrito, ese es el problema. De mi mente salen letras, letras manuscritas que la sobrevuelan cual caricatura, pero cuando trato de ordenarlas, tan solo forman un remolino y se derrumban ante mis ojos. Ante los tuyos.

El sentido, ese sentido que busco que entiendas es de lo que carece mi voz. Mi mente funciona mejor con papel y lápiz, eso es seguro. Eso lo he comprobado. O quizá es lo que me gusta pensar, creer que los garabatos de mi cerebro los traslado a la hoja blanca y que la perspectiva de quien decodifica el mensaje no cambia. Pero no es así.

El problema son los tres puntos que no me dejan terminar la frase. ¿Para qué terminarla? ¿Realmente importa saber cuál es el problema? Lo que está en la cima de la montaña, eso que parece tan inalcanzable, es la solución.

El problema es… encontrar la solución.

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