Y si se deja vencer? Y si tan solo para de luchar y se deja hundir como una roca en el fondo del océano? Allí la albergará la arena, tendrá otras rocas que la acompañan. El agua la cubrirá y no permitirá que sea vista. El acceso no será fácil...
Y qué pasa cuando el agua del océano no es lo que aparenta? Y si son lágrimas? Se confunde, la sal solo se entremezcla y confunde los sentidos. Maldita sal. Esa maldita sal en la herida, que no la deja sanar, que la hace sangrar cuando creyó que la hemorrágea había concluido, cuando las puntadas fueron profundas y le llegaron al alma.
De sus bocas salieron espinas, dagas que cortaron sus esperanzas. Pero no. Fue tan solo un momento, un momento en el que su ego tembló. Si, esa labia incontrolable le pareció un monstruo, un místico dragón cuyas llamas envolvían lo más grande que ella tiene: su ego.
Orgullo y arrogancia. Defectos quizás, pero la hacen fuerte. Hay momentos de extrema tensión, donde ella solo quiere dejarse vencer, donde está cansada de luchar y ve en un rincón una salida fácil, un trillo por el cual sería fácil huir y olvidarlo todo.
Pero no. No es su estilo, no quedará ante sus ojos como una asustada mariposa, que tan solo alza vuelo cuando no ve escapatoria. Y es que ella sabe que no necesita escapar, tan solo enfrentar esas dagas. Con fuerza suficiente y cuando su vista deje de nublarse con lágrimas, podrá ver que no son dagas, son palabras.
Las palabras pueden herir más que el filo de una daga, de una espada... pero la mente es más fuerte. Ella con su arrogancia y su orgullo lo puede soportar, puede vencer al dragón y sus llamas que arden y tratan de quemar su ego, cual indefensa mariposa.
Y así lo hará, porque confía en ella misma, porque aprendió a confiar en sus virtudes, aunque ellos nunca le enseñaron a hacerlo.